viernes, diciembre 23, 2005

apenas un mes, apenas cuatro semanas, pero el eco de aquella herida hace sangrar cada minuto de silencio, cada instante en que el daño ha rebañado la mano, la voz, la letra, y todos los sentidos, salvo la piel, que se convierte en el único camino de dolor que te conecta y comunica con un afuera que existe y es verdad en el encuentro, en el contraluz del callejón, con la libertad de un gato que recupera, casi, sentido al silencio y al dolor que, de nuevo, intentan existir en las palabras...


downtown, new york, 1947