domingo, mayo 14, 2006

volver a caminar, echar a andar de nuevo,... volver a poner nombre a los instantes, sentir que eres capaz de poner la distancia necesaria entre la voz y el grito... y templar con palabras todo el desgarro y todo el dolor súbito, inesperado, que te acogotó y aún te ahoga y que, como un rayo en un mediodía sin nubes, en nombre del azar más subversivo, nos puso, nos pone a prueba en una ordalía aún inacabada.