y en la montaña, donde el aire rompe nieblas de siglos y las alas del trueno acarician las cumbres buscarás la compañía de los caballos salvajes hasta que seas uno más en la manada y te ofrezcan su lomo para cabalgar, crines al viento, en busca de los pastos de verano.
buscarás la piedra más antigua, allí donde el cielo y la tierra se separaron al principio de los días y al escuchar su canción más escondida sabrás cantar con ella y con el viento helado en armonía.
recorrerás los caminos hasta que el hielo y la nieve oculten cualquier huella de tu paso, hasta que encuentres el centro mismo de la soledad y el frío y allí, en ayuno, esperarás a que un águila al alba acuda silenciosa a dar por acabada tu vigilia desarmada.
esperarás la hora de partir, de cara a la luz del mar y, cuando el sol ciegue tus ojos, iniciarás la marcha a tientas, confiado... la voz en la distancia hará de faro.
foto: steven jones
y el camino se oculta y desaparece y vuelve a encontrarte y juega contigo como un niño caprichoso hasta conducirte al borde, hasta llevarte al límite, hasta mostrarte el final de tu ruta, el inicio de tu nuevo viaje.
buscando la salida, perdido en el laberinto de túneles que horadan el subsuelo de la ciudad dormida, sin cruzarme con nadie, mis oidos buscan voces perdidas en el silencio completo que llena la noche.
foto: datta gumaste
y en la súbita diáspora la multitud desaparece y se disuelve, cargo mi soledad en la mochila y echo a andar por las calles vacías que resuenan aún con el eco de otros pasos.
y llegados a ese centro común y compartido, la rosa de los vientos elige nuevo destino a cada uno, lo susurra a cada oido, nos dispersa, nos devuelve el nombre propio y nuestra propia soledad.
caminar sin detenerse en cerrada compañía, mantener el paso sin perder el ritmo, hecho uno con el todo que camina sin ceder a la tentación del descanso, mirando sin ver los bancos vacíos.
hasta que la noche me encuentra en una acera, esperando a cruzar el espejo oscuro de la calle, aguardando la señal que me permita seguir avanzando hasta el nuevo cruce, hasta el próximo renacimiento, hasta la siguiente metamorfosis...
releo los mapas, rebusco en las estrellas, redibujo la ruta, descubro el nuevo nombre del destino y sin pensarlo, encuentro mi propio paso en la multitud que camina.